Yo cuento estas cosas aquí, porque me siento atendida, en mi casa ya pasan de mí, frases de este tipo me han hecho desistir de contar mis cosas:
-Abril, ya estas otra vez igual, que no vas a cambiar al mundo.
-Nena, me acabo de levantar, luego me lo cuentas.
-Luego dices que te sube la tensión, si es que te alteras por todo.
Bueno, pues frases de este tipo me hacen dejan de contar las cosas en mi casa y contárosla a vosotros.
NOTA INFORMATIVA:
No se admiten comentarios en los que incluyan alguna de las frases expuestas anteriormente, de lo contrario, mandare a mis lacayos a que os hagan spam del que acabareis locos y volveréis a mi blog, pidiendo clemencia.
Como os iba diciendo, que yo amparándome en vuestra buena fe y que aunque no acabéis el post, me comentáis y yo creo que me habéis oído, pues eso, que os lo cuento.
Sino me hacéis caso, ( que es lo mas probable) yo os lo voy a contar igual, que esto como terapia me va muy bien y me desahogo.
El otro día estaba yo en el súper, como odio hacer la compra, sobre todo en sitios como el mercadona, que esta su marca y la mas cara del mercado, (ya me estoy descentrando, eso es para otro post, niña.)
Bueno la cosa es que había ido a ultima hora a comprar dos potitos y un acondicionador de pelo, para esto no me hacia falta presentarme en el súper a las nueve, con ir a la una me sobraba, craso error!!!
Todo el mundo debió de pensar lo mismo, había una cola de narices en cada caja, claro que solo había dos cajas abiertas, me fui a la otra salida que tengo que darle la vuelta a la manzana pero tenia la esperanza de que no hubiera tantos clientes, craso error, también!!!
Bueno, me vuelvo a la primera salida y cuando faltan dos personas para tocarme mi turno, se le acaba el rollo de papel, la cajera casi tiene que llamar al jefe de tienda para que se lo cambie, diez minutazos tardo la chica en cambiar el papel, casi salto la caja y se lo pongo yo.
Mi hijo llorando, tenia hambre y estaba un poco harto de estar esperando sin ver nada emocionante a su alrededor, la de delante de mi, que parecía que había saqueado el súper, encima paga con tarjeta y no se le leía .
Cinco minutos mas, yo ya me subía por las paredes y por fin me toca a mi, voy a colocar la compra y cuando levanto la vista, me veo delante de mi una botella de coñac y un paquete de papel higiénico, al lado un señor de unos cincuenta años con el monedero abierto.
No soy de las personas que me importe que se cuelen, total dos productos mas delante de mi no suponían nada, era la cara de gilipollas que se me había quedado al ver al tío sonriente mirándome y sin ni siquiera molestarse en preguntarme si me importaba.
Y mi ira se desato. En el fondo, estaba esperando algo así para descargar la mala leche que llevaba, porque si hubiera escogido la otra caja ya estaba en mi casa, pero no, yo siempre escojo la caja mas lenta y la de mas problemas.
Y le digo.
-Que pasa??? Que se le pegan las lentejas???
Con la sonrisa de superioridad, me mira y me suelta.
-No creo que te importe, total son dos cosas.
A lo cual yo respondo.
-Perdone, no me había dado cuenta yo es que como llevo tanto. (Mostrándole mi acondicionador en una mano y en la otra los potitos.) Pues eso, que como llevo tanta compra, no he podido ver la suya.
El señor indignado, mira el acondicionador de pelo y me dice:
-Si quieres me pongo a la cola, para que te de tiempo a lavarte el pelo.
A lo cual yo respondo ya enfurecida. Mirando su compra.
-Si quiere, le dejo que se colé para que pueda emborracharse a gusto, mientras caga.
La gente que estaba en la cola se reía, la cajera estaba colorada de aguantarse la risa y el en el momento de perplejidad que le quedo, perdió su turno.
Al final, salí del supermercado sonriente, con la hora pegada en el culo, pero sonriente.